
Primeros pasos de la decoración
1- Observar y conocer el espacio que vamos a decorar; cómo es, con qué contamos, qué disposición tiene
El primer paso consiste en obtener una idea bastante clara del lugar o área que deseamos decorar. Pues resulta fundamental adaptarnos al espacio de que disponemos y, según lo que queramos, únicamente se consigue partiendo de los elementos físicos que lo forman originalmente.
El conjunto total de la obra estará influido por elementos como el espacio y la luz natural, adaptando a ellos (en una etapa posterior) la elección y combinación del color, las texturas, la distribución y ubicación de muebles y objetos, el uso de artefactos de luz, etc.
En esta etapa necesitamos tomar consciencia de cada uno de los elementos que componen el área que vamos a decorar. Observando algunas cuestiones podemos conocer detalles importantes sobre las posibilidades reales que ofrece el espacio físico.
Tener en cuenta, por ejemplo:
- las dimensiones del lugar,
- qué paredes son de carga,
- cuales son medianeras,
- si existen escalones o desniveles,
- dónde están ubicadas las puertas,
- dónde hay empotrado armarios, sanitarios, chimeneas, interruptores,
- si tiene humedad o no,
- dónde están las ventanas,
- cuales son las fuentes de luz natural, etc.
2- Tener en cuenta nuestros gustos y aspiraciones
Podríamos definir la decoración como el proceso de crear ambientes a la medida de quienes los habitan o frecuentan, utilizando para ello recursos estéticos.
Para dar con un claro proyecto decorativo necesitamos tener en cuenta cuestiones referentes a nuestra personalidad y anhelos:
- cómo somos,
- qué esperamos del espacio físico,
- qué nos hace sentir bien,
- cuales son nuestros gustos personales,
- nuestras aspiraciones,
- hobbies,
- actividades o,
- cualquier otra cuestión relacionada a nuestra manera única de elegir la vida; de ser o sentir.
La decoración no contempla únicamente resultados o recursos estéticos. Posee también un claro compromiso con nuestro bienestar, nuestras emociones y nuestra calidad de vida.
3- Definir usos y necesidades específicos
El buen diseño de un espacio también supone contemplar y tener en cuenta usos y necesidades específicos.
Saber, por ejemplo, qué actividades se desarrollan en el lugar, cuales son los usos que hace la familia de él o las costumbres de los integrantes de la casa, qué necesidades físicas existen, cuales son nuestras prioridades funcionales, etc.
En otras palabras, cual es la utilización práctica que necesitamos de o queremos dar a una estancia en particular.
4- Elaborar «la idea decorativa» y empezar a delinear aplicaciones y elementos decorativos
Ahora podemos empezar a definir qué queremos lograr, cual será el criterio general que desarrollaremos y qué estilo, o estilos, vamos a utilizar.
La idea decorativa es un claro proyecto preliminar que nos permite realizar el trabajo con orden, coherencia y seguridad, aún cuando no seamos decoradores profesionales.